Finalmente estamos en esa mágica época del año en la que todas las golosinas y delicias del carnaval hacen su aparición. Es así como de la mano de las frutas de temporada como duraznos, peras, capulí e higos aparecen dulces maravillosos, bebidas tradicionales y espacios para celebrar la vida y compartir con amigos y familiares. Además, entre otras cosas se consumen tamales y cerdo preparado de muchas maneras, mi preferida, el “mote pata”, esa sopa característica del carnaval cuencano que a pesar de su nombre, no lleva patas de ningún animal, sino más bien carne de chancho, longaniza, pepa de sambo y mote, una sopa tan deliciosa que no me explico por qué se come únicamente en esta época del año y, sobre todo, cómo es posible que a nadie se le haya ocurrido enlatarla y ganar millones haciendo feliz a mucha gente.
Así como nos hace feliz el encebollado enlatado, la sopa instantánea de fideo con queso o la de quinua, el dulce de pechiche o el de tomate de árbol, productos que no solamente son buenos y son parte de nuestra cultura, sino que nos facilitan la vida cuando no tenemos tiempo o habilidades culinarias para prepararlos en casa, pero son productos que cobran una importancia especial sobre todo si no vivimos en Ecuador y es a través de esos sabores que nos sentimos en casa.
Una amiga extranjera alguna vez me comentó que ella está segura de que cuando Dios repartía las riquezas naturales por los distintos países, se le rompió la bolsa de riquezas en Ecuador, afirmaba que solamente así se explica que un país tan pequeño esté lleno de tanta maravilla. Y es precisamente esa abundancia de riquezas naturales la que, sumada a la creatividad e ingenio de sus habitantes, además de la influencia de otras culturas, permite que tengamos una maravillosa riqueza gastronómica en casi todas las regiones y rincones del país.
El mundo disfruta y se ha maravillado de muchos de nuestros productos, más allá del banano, cacao, flores y camarones de merecida fama, productos con valor agregado como el chocolate se van posicionando entre los mejores del planeta y demuestran no solo de lo que somos capaces los ecuatorianos, sino que abren la puerta para que más empresarios y emprendedores asuman el reto de contagiar a más amantes de las delicias ecuatorianas.
Sin duda no vemos el potencial que esta área supone, no nos damos cuenta de la fortaleza de nuestros productos y muchas veces son otros los que se enriquecen porque tuvieron la visión de valorar lo nuestro, como es el caso de los norteamericanos que fabrican la bebida energizante de guayusa que se comercializa entre atletas y gurús de la vida sana en Estados Unidos. Ahora mismo se me viene a la mente el comentario de algunos de los invitados españoles a la boda de la chef Carolina Sánchez, quienes al probar las famosas “cascaritas” no se despegaron del cerdo hasta que esté pelado, y se preguntaban si será posible patentar esa receta en España.
Existe mucho potencial de crecimiento económico si abrimos nuevos mercados para tantos productos que no se encuentran en otros lugares. Ecuador necesita fortalecer sus exportaciones de productos no petroleros y mejorar su balanza comercial, el área de la gastronomía sin duda ofrece muchas oportunidades, ¿cuántas de nuestras marcas se pueden internacionalizar? ¿Cuántos nuevos productos se pueden desarrollar? ¿Cuántos empleos se pueden crear? ¿Cuánta riqueza se puede generar? ¿qué esperamos para empezar?